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sábado, 24 de mayo de 2014

TUXPAN Y SUS PERSONAJES COTIDIANOS

“¡Yo quiero unos sopes de doña Juana!, para recrear el sabor a Tuxpan, sus colores, sus sonidos, sus rostros, su fiesta, quiero unos sopes, como los que me llevaba a cenar mi abuela al atrio saliendo de misa de ocho, como lo hicimos muchos que aun conservamos esa costumbre de antaño.” “¡Quiero un camote enmielado, o un camote tatemado para almorzar con un vaso de leche, mientras doña Juana sigue su camino pregonando tal y como lo hace desde hace más de 40 años, sus sabrosas golosinas!” “Quiero comprar una bolsa de cacahuates, de los de Doña Tomasa o don Fidel, y como lo hizo mi madre muchas veces, venir a comerlos en una banca del atrio por las tardes de domingo” “¡ Quiero ir a los elotes, con los señores Lucio Campos, y su esposa Lucia, y escogerlos de la tina rebosante hasta donde aún acuden quienes disfrutan del sabor de este fruto de la tierra!” ¡Yo soy de Tuxpan señores, y a mucho orgullo reconozco a todos esos personajes que de cotidianos, se vuelven héroes de todos los días como la señora Felicitas Romero, con su venta de cacahuates, o don Jesús Vázquez, poseedor de historias extraordinarias de Tuxpan y su gente que ha compartido muchas veces conmigo, o quien no sabe en este Tuxpan de hoy, las andanzas de Taviano llamando en las esquinas a las personas para sacar a tirar su basura al paso del camión recolector” “Yo quiero seguir siendo de Tuxpan, y como ellos seguir trabajando por hacer de este mi Tuxpan, un pueblo de gente honesta, trabajadora, y de servicio como lo son ellos a quien hoy se esta reconociendo en este día.” Dice Gabriel García Márquez, en el Coronel no tiene quien le escriba: “La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado.”, esto es sin duda cierto y lo corroboran ellos que nos abren un espacio en sus vidas para conocerlos más aun, como parte de esa tarea cotidiana que durante años han venido realizando, y en la cual han venido atesorando buenos recuerdos…no solo de su vida, sino de la misma cotidianidad que han visto pasar para Tuxpan. Jean-Paul Sartre anota: “Para que el suceso más trivial se vuelva toda una aventura se necesita y basta ponerse a narrarlo. Eso es lo que atrapa a la gente. Un hombre es siempre un narrador de sus historias y las de sus semejantes, y vive la vida como si la contara”. Eso son hoy nuestros homenajeados, los poseedores de la anécdota, y el recuerdo preciso de nombres de personajes del memorial del tiempo que transcurre dentro del paso al Tuxpan contemporáneo, testigos de los cambios de su entorno, y de su fiesta, y adquieren un valor digno de reconocerse. En hora buena pues a todos ellos que con su labor nos han facilitado la vida cotidiana, y nos han permitido compartirnos parte de ellos durante todos estos años, ese pedazo del Tuxpan pueblerino y mágico, que con la modernidad poco a poco hemos ido perdiendo.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Parodia de Semana Santa (Parte I)

I

En aquellos días de calor el maestro F de Jesús decidió regresar a su aldea, montado en un borrico que le consiguió Santiago el chico, el más amado de sus discípulos en ese entonces, su ingreso lleno de buenaventura lo hizo por la aldea de Paso Blanco justo por la avenida recién reparada, esto ante el regocijo de los colonos lidereados por un tal Sergio Ramos, en lo que fue un auténtico domingo de ramos.
-¡Maestro!, lo están esperando los de la ganadera por la entrada de la calle Juárez- zalamero como pocos lo fue guiando para que no oyera a la gente que según el sahumerio que lanzaba vapores aromáticos a su paso opacaban los fuertes gritos lanzados por sus seguidores que en lugar de vítores lanzaban fuertes reclamos, “¡Queremos agua!, ¡Cumple tu palabra”, ¡Queremos más obras!”
Justo en el ingreso de la calle Juárez, un grupo de fariseos montados a caballo lo esperaban para increparlo como parte de la acaudalada Asociación ganadera, cada uno de ellos con palmas, y milpas en las manos, fueron siguiendo al maestro ante las multitudes que curiosas se arremolinaban a verlos pasar, fue Paquillo Mala suerte, hombre nativo del barrio de San Sebastián, quien colocándose a su siniestra le fue diciendo, “¡Mira F de Jesús! Toda esta gente que aún confía en ti y eres su esperanza para darles progreso, no los decepciones!, sin embargo Santiago el chico, que lo acompañaba junto a sus cobradoras de plaza la Yuri, y la Sofi, se acercó al oído para sugerirle, “¡Señor, no crea lo que le dicen, todo va bien y toda esta gente ha salido a la calle para adorarle.”
A su llegada al atrio, obsequiosos Orlando y Baudelio se acercaron a buscar ayudarle al mesías a bajar de su montura pero como es sabido por todos, el era de los que se montan en su macho y ni quien lo baje de ahí, sin embargo como agoreros del destino le alcanzaron a contar -“¡F de Jesús, cuídate que por ahí te andan buscando, son muchos hombres no te vayan a matar!”-

jueves, 13 de febrero de 2014

VISITA AL SAT

Por Roberto Gutiérrez F.

Partí lleno de congoja rumbo a lo desconocido, cuando informé que iba al llamado del SAT, mis vecinas y conocidos sintieron pena por mí, y entre lágrimas me despidieron en el quicio de sus puertas: “¡Que regreses con bien!”, “¡Cuídate!”, fue lo que escuché en medio de mi zozobra, “¡Dicen que ahí los destazan vivos!”, “Solo los valientes han vuelto con bien”, lleno de temor juné mis papeles incluyendo un acta de nacimiento que me consiguió mi amigo el licenciado y tome un taxi, el mismo en el que la última vez tuve un percance llegando a Zapotlán, la tierra inconquistable, a falta de mi fiel Viernes, tuve que llevarme a mi vecino que cargó con todas las bendiciones de su abuela, y los buenos deseos de su madre y hermanos para que pudiéramos regresar con bien.

El taxi, prácticamente voló por la autopista para llegar a tiempo a nuestra nueva torre de Babel, donde por un momento llegué a creer que llegarían José y María -esta última preñada- arriba de un burro para darse de alta en el nuevo régimen de incorporación fiscal, donde de acuerdo a los nuevos doctores de la ley, deberemos de estar sin distingo alguno, nos recibió una muy atenta empleada quien conocía de nombre a todos los que llegamos; quienes, de acuerdo al filósofo de la calle Libertad, debieron ser un chingo, revisó mis documentos y los envió a la siguiente mesa, donde nueva tramitología, foto, firma y tocada de piano con las rubricas de las huellas "vegetales" como dijera don Rigo el del tianguis, además de las fotos del iris, arcoíris, corneas, y pestañas pizpiretas porque así marcan las reglas.


Otro lapso de espera mientras gente entra, y sale en un extraño ritual, vecinos, conocidos, además de gente con las que quizá uno nunca se volverá a encontrar jamás, a no ser en las listas de contribuyentes, hasta que por fin vimos la luz, entregaron la papelería requerida y nos despidieron no precisamente con mariachis y tequila, y huimos de la burbuja burocrática encargada de poner orden en el cobro de nuestros impuestos, juro que no vi detrás de ningún escritorio a Gregorio Samsa como más de alguno puede llegar a suponer, aunque juraría que más de alguno terminaremos como Kafka, muertos cualquier día por alguna enfermedad que no resulta ser deducible de impuestos.


De vuelta, hasta el Sonajero -que fue confundido con Huichol por un buen amigo tapatío que nunca había venido a Tuxpan- nos recibió con un amplia sonrisa.