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lunes, 17 de septiembre de 2012

... Y LA CEREMONIA DEL GRITO

b)” Nada te llevaras cuando te marches…”


Fue el último grito, la última ceremonia oficial del 15 de Septiembre, gris, fría, desangelada, con los ánimos por los suelos, nadie requirió de la presencia oficial en las comunidades para recordar esta fecha, hasta minutos antes de las 10 de la noche un puñado de valientes se reportaban listos para vanagloriar a los héroes patrios, “Todo va a salir bien i
ngeniero, usted no se preocupe, va a haber mucha seguridad”, trataba de alentar Ángel Gómez al patrón, que nervioso caminaba de un lado a otro en esa oficina presidencial, amplia, espaciosa, pero que en ese momento era apenas un espacio de 4x4 todo terreno.

“¿¡Qué he hecho yo para merecer esto!?, si les he dado todo”, se escuchaba decir mientras el ajetreo del ir y venir de los más fieles, “¿Tu crees que nos vayan a abuchear?”, “¿Dónde están los demás?”, pero no iba a haber demás, también había fiestas mortuorias y esta sería una de ellas, afuera se escuchaba el inicio de la ceremonia cívica, honores a la bandera, el himno, algún bailable, mientras que la gente esperaba paciente debajo del balcón, expectante, tensa en ratos, la llovizna traía barruntos de viejos tiempos, “¡Jefe, usted no se achicopale, toda va a salir bien”, mientras Rene, el señor Secretario acomodaba los papeles del acta de independencia que le correspondería leer.

“¡Fue cerca de un cerro al que los naturales llamaban Loma Bonita, donde el cura Hidalgo acudió a reclutar su ejercito de valientes con el que dio inició la independencia que tuvo como símbolo el repique de la campana -¿La campana?, ¡ah cabrón! ¿Jorge donde esta la campana?- hasta ese momento reparó la autoridad que la campana bicentenaria, esa que tantos halagos y envidias causó no se encontraba en su pedestal, rápido se llamó a Mario para que buscara en el almacén municipal al menos un cencerro de los que utiliza Aseo Público, para que se repicara en este momento tan importante, -¡Creo que no hay campana, la tuvimos que empeñar para completar el pago de una quincena para los trabajadores.

Se tuvo que reciclar una vieja campana que guardaba la Chata Trujillo, destinada, en el ocaso del sufrido gobierno, a resolverles los problemas más inverosímiles a los funcionarios: -“Chatita, ¿Qué haríamos sin ti?, pídeme lo que quieras y se lo dejaré anotado a Rúa para que te lo devuelva por que nosotros ya nos vamos”, le agradeció Jorge que vio una luz en el fondo del túnel en el que desde hace buen rato se habían metido.

Al acercarse el momento fatídico del encuentro del Señor Presidente con su pueblo, el despliegue policíaco se hizo más notorio, el operativo para el decomiso de jitomates y huevos, no había reportado novedad alguna.

“Ahora corresponderá tal y como marcan los cánones al señor secretario la lectura del acta de independencia correspondiente, porque México es otro, por que México seguirá luchando por seguir siendo independiente, y bla, bla, bla, mas, bla, bla…” “Gracias”, y comenzó la arenga patria de cada año preparando a la gente para el desenlace final un murmullo de expectación recorrió la explanada y parte del jardín, que no lucía la multitud de otros tiempos.

“Ok. mexicanos y mexicanas, tuxpanenses, ¡VIVA EL CURA HIDALGO!...” sorprendidos los reunidos bajo el balcón dejaron soltar un mecanico “¡VIVA…”
“¡VIVA MORELOS! -¡VIVA! -¡VIVA ALDAMA! -¡VIVA!- ¡VIVA LA CORREGIDORA DOÑA JOSEFA ORTIZ DE DOMINGUEZ! -¡VIVA! -¡VIVA EL COKIS QUE ES EL ULTIMO VALIENTE QUE ESTÁ A MI LADO…! hasta ahí se termino la miel del grito, que obligó al señor presidente a tañer la campana mientras el encargado del sonido subía al volumen para tratar de acallar los silbidos que comenzaban a generalizarse...

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