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lunes, 31 de mayo de 2010

Cuando les dijeron... (Relato de ficción).

Roberto Gutiérrez Flores

Cuando les dijeron que habían ganado la impugnación, ya los pájaros de la jaula de la tía Concha habían marchitado su canto, de quienes fueron los líderes de la desobediencia civil muy poco se sabía ya, y el gobierno ilegítimo, como pregonara Carrillo hasta el último día en que perdió la razón, y tuvo que ser internado en un sanatorio para enfermos de depresión, había pasado sin pena ni gloria hasta que la nueva elección trajo la tranquilidad al pueblo.

El abogado, quien siempre tuvo fe en que la justicia les diera la razón, buscó entre una pila de papeles viejos un recibo para pasar a cobrar sus honorarios, por que creyó que tarde o temprano soplarían vientos favorables, pero ya no había a quien cobrarle, y la victoria termino por ser moral nada más.

De aquellos lodos belicosos poco era el polvo que asomaba ya, si acaso el abuelo Lamberto apoyado en un no menos viejo bastón, contaba en el portal el día maldito aquel en que el Nino se fue a Cuba con su ahijado el Negro, “allá los agarró la caída de Fidel, y ya nunca volvió a saberse de ellos nada, el Kche cerró su empresa decepcionado por la ingratitud del pueblo, y alguien dijo mucho después haberlo visto en el Nacional Geografic con la cabeza rapada en el Tibet convertido en monje budista… de Jorge Vázquez, estuvo un tiempo en Colima, ahí se contagió de una extraña gripa, y paso sus últimos días aislado en el pabellón de un hospital.”

Fue por eso que el abogado terminó por convencerse que cobrar sus honorarios sería imposible, y ni modo de cobrarle a Carlos Baltasar, si en vida era malo para pagar, en muerto sería más que imposible. De acuerdo a los alegatos a favor que incidieron para el fallo, sin duda alguna la foto de Alfonso Padilla con cara de “Yo no fui, a mí que me esculquen” pesó enormemente en los magistrados, pero de eso ya nadie se acordaba, mucho menos de Alfonso, que terminado el periodo y viendo que el PAN perdió el gobierno cuentan, se fue a los Estados Unidos, y sus rastros y sus restos se hicieron polvo en el desierto.

A final de cuentas del saqueo previsto por el gobierno blanquiazul no lo fue tanto, o peor que otros, el presidente de ese entonces, un domingo cualquiera decretó que sus secuaces solo se podrían llevar lo que alcanzaran a llevarse con las dos manos, salvo Lorenzo, que por ser de manos cortas se aprobó en cabildo contratara tres auxiliares para que pudiera hacerse de algo.

La estatua del Sonajero fue pintada de azul, que en sí fue algo rescatable, porque en cabildo alguien sugirió colocar la estatua de Oscar Corona, generalísimo jefe de la heroica batalla del 5 de Julio, afortunadamente se descubrió a tiempo quien estaba vendiendo el Torres 5 adulterado, y jamás se volvió hablar del asunto.

En esos días ocurrieron hechos que quedaron grabados en la historia del pueblo, como por ejemplo Fulgencio Calvario, sempiterno líder de la izquierda se saco el Melate con la mayor bolsa de la historia, pero le latió tanto que una arritmia cardiaca acabo con su vida antes de cobrar el premio. O también que en el balneario Tizatirla se apareció la imagen de una virgen, asunto que causo tal conmoción en el pueblo, más por que los eternos conflictos hicieron que el viejo disidente se aferrarra a expropiar todo el balneario para construir un Santuario, y armados con picos, palos y machetes un piquete de creyentes terminaron por hacer huir a los administradores para apropiarse de los predios.

Esas solo fueron unas perlas de lo que ocurrió en esos tres años tormentosos según los agoreros del desastre, pero terminaron siendo iguales de monótonos y grises como los otros, con sus matices tragicómicos, como cuando el ingeniero dio su primer grito del 15 de Septiembre, si, pero grito de rabia porque unos vívales de Zapotiltic le robaron su Mitsubishi, “Nombre si así cuida lo suyo, imagínate lo que hará con lo ajeno”.

El abogado, para ese entonces ya viejo cansado y achacoso cruzo el jardín principal en una sola pieza, para acudir a la presidencia, donde según el abuelo Lamberto, después de la intrascendencia de los panistas, Los verdes volvieron a recuperar el gobierno y ya no habría forma de quitarlos, incluso gente de otros partidos se afilió de buenas a primeras a la opción joven que era lidereada por los hijos, sobrinos, y nietos de quienes un día lo fundaron.

“De la historia aquella licenciado, pues ahora si que se hicieron como las golondrinas, nomás hicieron el nido, pero no picaron, y ahí esta la cosa”, decepcionado el abogado mejor hizo rollito el recibo, la copia de la resolución, que arrojo a un tambo de basura y se retiro convencido que la gente de Tuxpan no es ni será igual que los demás y siempre estará viviendo su fiesta eterna.

1 comentario:

  1. ESTE CUENTO ME PARECIÓ UN POCO OSCURO POR LO ABSTRACTO DEL DESARROLLO TEMPORAL, DEBERÍAS DESENVOLVERTE MÁS EN EL PERFIL DE LOS PERSONAJES, ES DECIR, SER MAS DESCRIPTIVO EN CUANTO A SU PSICOLOGÍA. DE TODOS MODOS: BUEN INTENTO!!!

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