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domingo, 21 de noviembre de 2010

MUJERES REVOLUCIONARIAS (Segunda Parte)

Por Ivan Evangelista.

En días pasados me enteraba que apenas hace poco tiempo la SEDENA desclasificó algunos expedientes del personal militar que participó en la guerra de la Revolución, la sorpresa: todas ellas eran mujeres, entre la lista de más de 500 mujeres (si no me falla el dato) cabe destacar a Adela Pérez Velarde, la coronel zapatista Rosa Padilla, María Arias Bernal, Valentina Ramirez, entre otras muchas. Es de nuevo aquí (el lugar común) donde surge la interrogante ¿Porque fueron ocultados sus expedientes? Puede ser que por la sencilla razón de que hasta hace poco el ejército (y los ejércitos del mundo) no admitían entre sus filas a personal femenino -con las salvedades de trabajar como enfermeras o médicas militares-; es evidente que la razón real para ocultar la actuación de las mujeres dentro de la carrera de las armas no la sabremos con certeza, podemos especular sobre ellas pero nada mas; de las pocas mujeres que históricamente han trascendido como militares o que han tenido bajo su mando a un ejército o un grupo de hombres, me viene a la memoria esa gran mujer francesa que se rebeló contra el dominio inglés JUANA DE ARCO, pero como mencioné con antelación: ha través de la historia no ha habido mucho lugar para la mujer en general.

De las veteranas de la revolución, todavía poco se conoce. Su imagen se ha estereotipado en las abnegadas y valientes soldaderas, en las heroínas o en las guerrilleras, pero su participación no se limitó exclusivamente al sostenimiento de sus hombres y a cuestiones de armas; las actividades que ellas realizaron en la guerra y fungiendo como espías, transportando armas y municiones, como agentes confidenciales, enlaces, correos, propagandistas, fueron sobre todo “tareas clandestinas”. 

A las mujeres, la institución castrense no les reconoció “grados y méritos militares” obtenidos por su participación en el período de la Revolución Mexicana, los registros de sus acciones eran escasos porque la historiografía poco se había ocupado de los actores sociales femeninos. Las mujeres-soldado, reconocidas veteranas son muy pocas. El grado más alto: coronela. 

Para obtener las condecoraciones de Veterana de la Revolución, que significó recibir diplomas, medallas y una recompensa económica, las ex-combatientes debieron presentar los documentos que acreditaban su participación durante la Revolución en el período maderista, de 1910 a 1911 y el constitucionalista de 1913 a 1914. Se comprobó a través de sus propios relatos, avalados por dos constancias de participación, así como con fotografías, impresos, cartas, telegramas, recortes de periódico, nombramientos y en general documentos oficiales firmados por Madero o Carranza, los cuales se resguardan actualmente en el archivo histórico militar de la Secretaría de la Defensa Nacional. El reconocimiento se da mediante un decreto emitido por el General Lázaro Cárdenas en el año 39 del siglo pasado, es él la primer persona que decide de manera oficial reconocer a las mujeres combatientes (y creo que fue la única vez que se dio un intento de reconocer a la mujer soldado)

Durante los años más violentos de la lucha armada revolucionaria 1910-1914 muchas maestras, periodistas y enfermeras hacían proselitismo escribiendo, imprimiendo y difundiendo propaganda revolucionaria, llevándola a los campamentos y repartiéndola entre los rebeldes y la población civil, transportando armas, correspondencia, mensajes, desplazándose por diversos lugares del país; todas actividades clandestinas que no dejaron huella y fueron olvidadas por la historia oficial de manufactura masculina.

Desde finales del siglo XIX las mujeres estuvieron inmersas en el espacio público; la Revolución fue la coyuntura que aceleró su inserción en la guerra civil; abiertamente se incorporaron en tareas de guerra y en actividades políticas dentro del constitucionalismo y en la lucha feminista, pero su participación no termina en 1917 año en que se promulga la Constitución actual.

En el México posrevolucionario algunas de las veteranas, bien como dirigentes o integradas en diversas organizaciones, continuaron los proyectos feministas planteando las demandas aún no satisfechas: educación, trabajo, así como el derecho al sufragio. Algunas continuaron incorporadas en la enseñanza y trabajando en la burocracia gubernamental, pocas siguieron los estudios y mantuvieron el compromiso con los proyectos revolucionarios, participando en las campañas de alfabetización y en la educación rural. Son los casos de Eulalia Guzmán, Julia Nava y Elena Torres por mencionar algunas veteranas.

En este universo no se encuentran las mujeres zapatistas, quienes fueron luchadoras campesinas ligadas a la tierra y al campo, cuyas demandas van en función de recuperar esos derechos, además de que continuaron en el zapatismo luego de las escisión de los jefes revolucionarios. Hasta fechas muy recientes, el gobierno de José López Portillo concedió una gratificación a los excombatientes de procedencia zapatista en atención a sus necesidades y pobreza, incorporándolas a la legión de veteranos.

Son numerosos los ejemplos de combatientes que sobresalieron en la lucha revolucionaria. ¿Cuanto tiempo mas tendrán que esperar para que la Historia de México (con mayúsculas) las reivindique? Esperemos que no mucho, pues ellas al igual que los hombres, al igual que todo ser humano que participó en esa gesta permitieron que vivamos el México actual. 

1 comentario:

  1. ... y algunas se vistieron o disfrazaron o se hicieron pasar por hombres

    buen articulo. felicidades...

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