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miércoles, 15 de septiembre de 2010

CRÓNICAS DEL BICENTENARIO (PARTE CUARTA)

POr Roberto Gutiérrez F.

Capitulo Cuatro

Anteriormente se decía que los charros de Tuxpan estaban muy bien clasificados, gozando de fama sin igual en la región y el estado, más allá de toda duda; pero en los tiempos de vacas flacas como éste, lo más que se conocía eran las hazañas de escaramuzas en cabildo, jineteo de presupuestos, y quizás el más significativo la práctica del paso de la muerte realizada con gran maestría por Jorge Vázquez, experto en el cambio de monta a puro pelo de brioso opositor a yegua oficial sin despeinarse. Pues si, era en realidad poco lo que había por presumir, pero aun así el pueblo noble y aguantador salió a aplaudir a sus héroes bicentenarios mojados por una pertinaz lluvia, mismos que en estampas dignas de cualquier archivo histórico que se dijera respetable trataban de imitar el gesto hosco y temerario de sus antecesores de aquellos tiempos, en que los perros los amarraban con longaniza, algo que hoy no podría hacerse porque de seguro los perros convertidos en longaniza terminarían por acabar fritos con todo y su atadura en algún anafre de puesto de tacos de colonia de la periferia. El recorrido terminó bajo las notas de Domingo Corrales, canción favorita del Señor Presidente, y el Muchacho alegre, aunque la verdad ya, a estas alturas, además de mojados todos los cabalgantes venían ladeados tipo Charro Ponciano debido al ponche ingerido a lo largo del trayecto. Fue ya casi en el punto final en el que el Señor Presidente, amo y señor de decisiones y vidas sugirió al regidor Zuno -a manera de conocer los alcances de cada quien- una cala de caballos en el área de adoquín en la calle de Hidalgo, para lo cual Sandoval mandó quitar todo tipo de estorbos que impidieran la realización de esta carrera tan mentada, que porque como tal, diría Ángel Gómez, “Para jinetes, nadie como mi señor presidente” quien se decía dispuesto a rajarse la cara con quien fuera y apostarle su quincena al más bravo seguidor del regidor. El punto de arranque causó un estruendo de algarabía entre los seguidores de ambos jinetes, que palmo a palmo, crin a crin, buscaban ansiosamente el triunfo cruzando como rayos la breve distancia del billar del Chapo a la entrada de presidencia municipal, lo que hubiera sido un final de carrera de alarido, de no ser porque el caballo del señor presidente, contagiado por el entorno que lo rodeaba a éste, también metió la pata, pero en un hoyo, lo que vino a causar la desgracia del señor presidente que se fue de lado cayendo de costado junto con el regidor Zuno sobre la humanidad del caballo “El Pando”, -“Ay, ay, ahora si que ya les adelantamos el grito a estos”- se quejaba un adolorido regidor, haciéndole segunda el señor presidente que veía con preocupación la hinchazón que se le venia haciendo en el brazo con el que tendría que ondear la bandera, y repicar las campanas la noche siguiente en que se recordaría a los héroes que nos dieron patria.

7) El Quince de Septiembre

Aunque los doctores recomendaron entablillar el brazo, o en su defecto enyesarlo a consecuencia del golpe, se optó mejor que fuera por medio de inyecciones, unto de pomadas milagrosas, chiqueadores de papa y perejil, y hasta una limpia con ramas de pirul hecha por Gerardo Chichihui, se decidió esperar la evolución para después del 16 de septiembre, porque si no capaz que se arma toda una revuelta entre los regidores que gustosos se sacrificarían a dar ellos el grito, además que sería enviar una mala señal al pueblo que sentiría que su autoridad se quiebra a la hora de mostrar su verdadero músculo. A eso de las 5 de la mañana ya estaban todos los integrantes del séquito patrimonial reunidos en torno a la olla canelera cargada por Edgar, y Aarón, además del acompañamiento de la banda de Chon Vázquez, y el mismísimo Señor Presidente, quien con visibles estragos del accidente sufrido el día anterior se daba ánimos repitiéndose para si mismo; “No importa lo que pase, lo que ocurra, o que acontezca, debemos ser fuertes y mirar siempre adelante porque somos parte de la valiente raza de bronce que no se dobla nunca, ¡ay! ¡ay! ¡ay!”, esto último hacía que en reacción inmediata Ángel y Mario corrieran a prestarle auxilio, la oscuridad que aún reinaba a esa hora, hizo que prácticamente no hubiera mirones o curiosos que presenciaran el paso marcial de la comitiva, y solo algunas mujeres que acudían presurosas al molino, o panaderos cargando cajas de virote, además de borrachitos de mala suerte que pedían un poco de alcohol para sanar las heridas del alma; fue poco el interés de las personas por mirar tan extraña procesión de adalides patrios. En el local de Fidencio los calderos hervían las historias y el menudo a consumir bajo la mirada vigilante de Juan Pablo, quien se comisionó para aprovisionar a la tropa con alimentos y a cambio de un crédito y asesoría para hacer prosperar su negocio, el contingente se fue reforzando por el camino con la presencia de trabajadores comunes decididos a tomar las armas de la cuchara y el jarro de café con piquete con tal de ser parte de la historia. La mañana sorprendió en el agape rindiéndole honores al desayuno al pleno del ayuntamiento y anexos. Hasta Celina Pozos acompañada de su séquito de camarógrafos hacía ronda con las autoridades que estaban por pasar a la historia y aparecer en los libros de texto de los años venideros. Después del medio día luego de los honores correspondientes en el altar de la patria montado por el eterno Miguel Ortiz, el señor presidente se le vio ya un poco mejor, dispuesto a pesar de que todavía su brazo era sostenido por una tablilla, y ahí fue donde inició el verdadero correteo bicentenario, “Que si las luces”, que si ya contrataron el sonido con Aurelio, que las cortinas, que la bandera, que si siempre enviaron a fulano a hacer las agua frescas, movimiento al por mayor en el despacho del señor presidente que, reunido con los regidores, deliberaban si era posible modificar el acta de independencia que leería Jesús Silva -¡como le hace con las del cabildo!- según observación de un recio regidor opositor, que si habría que agregar más nombres de héroes para ser vitoreados por el pueblo. Que si seguían las dolencias del Señor Presidente, se encomendara a Pelluco repicar la campana de la libertad, ya que le correspondía por derecho de Sangre al ser descendiente directo como sobrino del cura de San Martín Hidalgo, y pues ya con el apellido es mucha ventaja, “que ¡donde anda Mario?”, “¡anda arreglando eso de las edecanes señor!”, ¡Ah muchacho vago este!”….

…Continuará

2 comentarios:

  1. SIGUES SIENDO UN AS EN ESTO DE POLITICA HUMORISTICA...... FELICIDADES ESTAS CRONICAS ESTAN SENSACIONALES

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  2. GRACIAS POR TU COMENTARIO.

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